Alberto Cortez ofreció nostalgia y cosechó ovaciones en Tucumán Argentina


Un piano, un bajo, una batería y una guitarra le bastaron a Alberto Cortez para conmover hasta las lágrimas. En un Teatro Alberdi colmado (hubo que agregar sillas en los pasillos) el cantautor argentino radicado en Madrid ofreció la noche del martes un recital íntimo y emotivo, que incluyó las canciones de su nuevo disco -"Tener en cuenta"-, así como un ramillete de viejos éxitos.

Fue precisamente con un popurrí de sus canciones más famosas que Cortez arrancó las primeras ovaciones de una platea cómplice y expectante. "Callejero", "Como el primer día" y "Mi árbol y yo" fueron los disparadores de una velada rica en sentimientos, y que se prolongó casi dos horas.

Durante el recital no sólo cantó, sino que también recitó algunos versos, acompañado por el piano, en la mayoría de los casos como introducción a una canción. El estilo del cantante es una interpretación muy histriónica de sus temas y poemas. Por eso el uso de los silencios, las frases susurradas (como si estuviera contando un secreto) y los arrebatos vocales en canciones con más fuerza fueron muy aplaudidos.

Uno de los momentos más emotivos se produjo cuando Cortez interpretó "Nanas de la cebolla", canción basada en el poema de Miguel Hernández que el artista entonó como homenaje al gran poeta español. Y lo hizo con tal dulzura y melancolía que muchos lagrimearon con esos versos que el poeta le escribió a su hijo en la cárcel, luego de leer una carta de su esposa en la que le revelaba que el nene sólo comía pan y cebolla.

A partir de entonces, el cantante fue tiznando de humedad toda la sala del Alberdi. Los niños y el amor, la magia y las heridas, el trabajo y la herencia de la sangre... Por medio de su voz nítida y contundente Cortez desgranó su vida como si fuera un sueño contado en voz alta.

Ovación final

Hacia la mitad del recital dijo: "voy a estrenar una canción, va a ser la primera vez que la voy a cantar en público. Cualquier coincidencia con la realidad es porque es la realidad". Tras pronunciar estas palabras cantó "Lupita", tema que cuenta una relación amorosa a través de los años, desde la pasión del comienzo, pasando por los conflictos, los hijos y los nietos, hasta el final, en la serena y dolorosa vejez. Aquí las lágrimas se convirtieron en esperanza y los aplausos, en ovación. Una ovación que lo acompañó hasta el final.